Memoria de las Iluminaciones

Rimbaud, ¡el poeta!, el poeta por antonomasia, la fuerza de la naturaleza (uno de esos casos en que el genio parece sólo una herramienta, un ser que cumple su destino, y podríamos pensar que Rimbaud se rebeló contra ese destino o que creyó que lo hacía, lo que lo hace aún más fascinante, de servir a una fuerza superior o más profunda que lo domina), el fascinante (vuelve, sí, la palabra, aunque antes dije «aún más fascinante» refiriéndome ya a este «fascinante» que adelantaba) joven. Insisto en la palabra joven porque hay en su poesía pureza, y no creo que se deba sólo al mito Rimbaud, a que conocemos su juventud extrema, sino a que su poesía es ese arrojo, ese fuego blanco.
Britten: 1913-1976. Inglés. Gran músico. La narradora se da pena al comprobar la pobreza de su vocabulario y su incapacidad de hablar de música y se disculpa, porque de La palabra en la música, lo más importante es la audición, el escuchar en silencio esa música nacida de un sentir y pensar del compositor en el poema.
La obra, 27 minutos. La luz, tenue. El sonido, excelente. El espacio, justo para la veintena de personas reunidas. La interpretacion elegida por José Miguel Llata para la audición es del gran tenor Anthony Rolfe-Johnson.
En el vídeo, Les Iluminations interpretada por Peter Pears, compañero y amado de Britten para el que fue específicamente compuesta la obra:




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